Continuación…
El enemigo del que hablo se disfraza muy bien entre la comunidad y genera distorsiones en la psique por medio de la falsa identidad, los egos, los miedos y traumas… navegando siempre por la superficie, aprovechando la vulnerabilidad para atacar sutilmente. Por eso es tan importante identificar en qué planos estamos navegando, si pasamos mucho tiempo alimentando a nuestros egos, si actuamos conforme a nuestros miedos o heridas, permitiendo que ellos tomen las decisiones en vez de enfrentarlos, sanarlos y cambiar.
El enemigo se conecta con la mente y ha ganado mucho terreno en la historia… tiene a muchas mentes brillantes trabajando para él, a muchos humanos con buen corazón anestesiados por el éxito material o intelectual, sumergidos en una realidad que no tiene trascendencia y que contribuye al plan enemigo de eliminar de la memoria humana la verdad sobre su conexión divina y su propósito en esta tierra.
El enemigo ha creado bucles en nuestra humanidad, ciclos de reencarnaciones interminables para reciclar energía y que olvidemos que hay un propósito de estar aquí. Ha creado una prisión para la mente y su miedo más grande es que te des cuenta de que la puerta de esa prisión no tiene llave, es ilusoria, no es real porque está sólo ahí, en la mente. Aún así… la mente es una herramienta sumamente poderosa, es importante entender que lo que está en la mente eventualmente se puede transformar en realidad, pero en la medida en la que me des identifico con la mente, entonces las ilusiones creadas por ella se empiezan a desmoronar porque ya no las sostengo, se empiezan a abrir nuevos caminos y las cosas empiezan a cambiar. Entonces el enemigo se pone a temblar porque hay un humano menos bajo su control.
El mundo material no es el enemigo, ¿a quién no le gusta vivir bien? Este plano material es hermoso, pero cuando nos identificamos demasiado con el mundo material y se vuelve la única razón de nuestra existencia, entonces nos habremos quedado muy cortos en el camino de la vida.
El enemigo no es los edificios, el dinero, los bienes materiales, ni siquiera la tecnología. Esas son sólo herramientas que usa… el enemigo es sutil, es inteligente, es audaz, tiene su objetivo muy claro y no tiene compasión para conseguir su propósito, se esconde entre líneas y entre las notas de algunas melodías, usa el subconsciente para infiltrarse y ante la falta de energía en el humano lo puede hacer con mucha facilidad.
Al enemigo se le puede ver fácilmente en los sistemas en los que está fundada nuestra sociedad, es fácil hablar sobre cómo los sistemas han controlado y gobernado la sociedad a lo largo de la historia… pero también lo he visto en círculos espirituales más modernos que dicen ser parte de un movimiento verdadero “de luz”: ceremonias de medicina, búsquedas de visión, danzas, velaciones, ceremonias de temazcal, en las tradiciones e incluso en rituales orientados a la naturaleza que terminan alimentando a esta misma energía enemiga. Lo he visto colarse en lo que empieza como un movimiento verdadero y transformarlo en un movimiento cuadrado y hueco ó en los peores casos transformar esos movimientos genuinos en movimientos de odio, pelea y división.
Por eso es tan importante poner atención a la energía del momento presente y entonces identificar ¿quién está dirigiendo la ceremonia? ¿el círculo? ¿la danza? No me refiero a ¿qué persona?, sino ¿a qué energía? Desde mi experiencia, es muy importante estar atento y al acecho constantemente, todos los días, cada momento, para poder identificar las distorsiones y entonces poder moverse de lugar y cuidar la energía. Porque… la energía que podemos almacenar y sostener en estos cuerpos es finita… y aunque tenemos acceso a la fuente de la energía universal, se ocupa disciplina, trabajo personal y fuerza para cultivar energía, sostenerla y aprender a usarla.
Una cosa es aprender a identificar al enemigo, estudiarlo y aprender técnicas para cuidarnos y a los nuestros… otra cosa es querer atacar o señalar directamente al enemigo cada vez que lo identifiquemos. Bueno… terminaríamos exhaustos y drenados de energía en la mayoría de los casos. ¡Lo digo por experiencia! La mayoría de las veces no vale la pena y son trampas para quitarnos energía. Por eso es muy importante aprender a elegir nuestras batallas y también saber cuándo es prudente actuar y cuando es mejor permanecer neutral y tranquilo… saber cuándo parar. El enemigo se debilita cuando dejamos de ponerle nuestra atención, lo importante es saber mover la atención hacia el lugar correcto en el momento correcto para poder cultivar nuestra energía.
Vivimos rodeados de líneas delgadas y hay que aprender a discernir e identificar esas líneas con el simple propósito de saber que ahí están y entonces tomar decisiones con consciencia. Si las cruzamos habrá consecuencias y al saber eso ya hay una noción de que nuestras acciones generarán movimiento, entonces uno decide con esa consciencia y enfrenta las consecuencias con convicción.
Cuando una persona despierta y se da cuenta de un error entonces es su deber corregirlo siempre que sea posible, porque un error es todo aquello que no está alineado con la verdad, estoy hablando de errores reales, no cuestiones perfeccionistas ilusorias de la mente que a veces llamamos “errores”. Un error real es una distorsión en el código original y si queremos regresar a nuestra naturaleza debemos dejar de cometer los mismos errores para crecer y librarnos del enemigo, cuyo propósito es seducirnos para seguir decayendo como humanidad y que él pueda seguir existiendo a base de nuestra energía.
Habrá gente que diga que no hay error, que todo es “la voluntad de Dios” de lo contrario no habría ocurrido… que “todo es perfecto”, que “todo es un reflejo”, etc., detrás de estas ideologías se esconde el enemigo, esto se puede convertir en una forma de no hacerse responsable de las decisiones y de la realidad que estamos creando, es como una píldora de mentiras que la gente a veces prefiere tomarse, porque enfrentar la verdad a veces es muy duro y difícil, se ocupa valentía y honestidad real con uno mismo, por eso es el camino que nos hará realmente libres.
Al enemigo lo he visto en mis acciones cuando no sigo mi intuición y dudo sobre lo que sé que es verdad, debilitando así mi voluntad y fortaleciendo la duda y el miedo, lo veo cuando tengo pensamientos que yo mismo cuestiono y digo ¿de dónde vino eso?
El enemigo usa el miedo como principal arma para influenciar en las acciones y decisiones de la humanidad. Se esconde en los puntos ciegos de las personas y usa sus heridas como refugio.
Él busca copiar el código original e imitar lo que es sagrado para después normalizar esa imitación y promoverla como algo natural… pervirtiendo así la esencia verdadera, creando enfermedades mentales que hacen al humano atentar en contra de su propio cuerpo, en contra de su propia naturaleza y en contra de su propia especie.
Se puede esconder detrás de las plantas sagradas, las plantas siguen siendo sagradas pero si uno no sabe utilizarlas y abusa o juega con ellas, entonces se puede convertir en un canal para el enemigo, generando distorsiones de la realidad, manipulación de la energía, bucles energéticos, encantamientos o peor… pueden terminar enfermando la mente gravemente.
Cuando la gente idolatra a una figura ciegamente, (puede ser un chamán, curandero, sacerdote, yogui, un escritor, inclusive un influencer) debe tener mucho cuidado en no entregar todo su poder a esta figura, porque cuando eso sucede y esta figura (que pudo iniciar su camino de manera genuina) cambia su rumbo, se distrae o simplemente decide servir al enemigo conscientemente, es mucho más fácil para él/ella arrastrar a “sus seguidores” en falsos conceptos, bucles energéticos o ceremonias en donde hay un festín de energía para entidades oscuras, y la gente que no se sabe proteger termina drenada sin darse cuenta.
El enemigo es el verdadero virus, que busca expandirse a través del miedo, las máscaras y la múltiples dosis de pánico que busca implementar. Busca mantenernos divididos y crear cada vez más grupos para pelear entre nosotros. Algo muy importante es que el enemigo existe porque lo permitimos como humanidad y es a través de los pequeños detalles que se hace la diferencia, en la medida en la que limpiemos nuestra mente y forjemos disciplina en nuestro corazón el enemigo se quedará sin fuerza y su influencia sobre nuestra especie se irá disipando.
Es tiempo de enfrentar todas las capas de mentiras y liberarnos de las prisiones ilusorias. Sostengo la paz en mi corazón y permito que mis ojos se limpien con la verdad.
Son tiempos de transformación, confío en el poder del amor y no desisto, cada decisión, cada acción que tomo importa. Cuando una persona se quita un nudo o programa enemigo, esa limpieza y sanación impacta directamente a toda la especie, principalmente a su núcleo familiar (generaciones arriba y generaciones abajo) y círculo cercano, después a su comunidad y consecuentemente a toda la humanidad.
Recuerda, el enemigo sólo puede entrar a través de la mente, así que sosiega tu mente. Él no puede entrar al mundo real en donde se emana el amor verdadero.
La paz interior y la serenidad sostenida en tu ser es el arma más poderosa en contra del enemigo.